El proceso del Frente Amplio por México, la coalición formada por los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), se acerca a su final y, por consecuencia, la designación de la persona que será abanderada por esta coalición para las elecciones de 2024.
El próximo 4 de septiembre se dará a conocer a la persona responsable de competir a nombre de la oposición contra “la corcholata” de Morena.

Dentro del proceso se han vivido momentos de tensión entre los partidos, como ocurrió con el desaire que hicieron el PAN y el PRI a los dos candidatos perredistas y que provocó que Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, pusiera una pausa en la participación del sol azteca en el proceso. Su indignación, no obstante, duró un suspiro.
La noche del pasado lunes 21 de agosto el exdiputado panista Santiago Creel anunció, a unas horas del último foro frentista, su renuncia a buscar la candidatura presidencial.

Creel señaló que después de una larga plática con Marko Cortés entendió que es más importante el proyecto frentista que sus deseos de ser Presidente, por lo que decidió abandonar la carrera presidencial y brindarle su apoyo total a la aún senadora Xóchitl Gálvez.

A diferencia de los aspirantes perredistas, que fueron sacados del proceso por la organización del Frente, o el priista Enrique de la Madrid, quien se quedó fuera porque la gente no lo respaldó, Creel Miranda decidió bajarse de la contienda por un acuerdo en el interior del panismo, y dejar la definición entre la priista y sorpresa del proceso, Beatriz Paredes (Ver Nota), y la panista Xóchitl Gálvez.

“Cruzazuleo” político

El millonario abogado mexicano, Santiago Creel, presume una vida de éxito profesional y político que le ha llevado a poder facturar 16 millones de pesos al año (Ver Nota). Sin embargo, sus múltiples escándalos y excesos lo han hecho tropezar en más de una ocasión en la búsqueda de cargos públicos (Ver Nota).

El insuficiente apoyo de Fox

En el año 2005 Santiago Creel se separó de la Secretaría de Gobernación para buscar pelear la candidatura en el interior del PAN y convertirse en el sucesor de quien habría sido el líder de la inconclusa transición democrática.

Durante los recorridos iniciados por Creel, éste fue severamente cuestionado por otorgar 130 permisos de casas de apuestas antes de abandonar el cargo.

La sombra de la corrupción en torno a los casinos se unió al escándalo que presentó la posibilidad de tener una hija no reconocida con la actriz Edith Gónzalez, concebida cuando el panista aún estaba casado con otra mujer.

Ambos escándalos provocaron revuelo dentro del partido más conservador de México, y abrió la oportunidad de que Felipe Calderón, exsecretario de Energía de Vicente Fox, obtuviera alianzas que le permitieron ganar la elección interna y volverse ser presidente en 2006, en una elección anómala y fraudulenta.

La traición de Felipe Calderón

Después de haber perdido las elecciones internas con Felipe Calderón, Creel fue designado como senador, desde donde comenzó la segunda intentona por hacerse con la candidatura panista a la Presidencia de la República.

Creel fue presidente de la Cámara de Senadores y uno de los principales impulsores de reformas clave para el calderonato, aunque de alto costo social, como el originado por la reforma a la ley general del ISSSTE, que ha retrasado la jubilación de miles de funcionarios públicos.

Creel hizo en el sexenio de Calderón lo que los priistas llaman “alinearse” y demostrar su lealtad al partido, a la espera de que eso, junto a sus alianzas internas, le permitieran el favor de Calderón para abanderar al blanquiazul.

Creel Miranda adelantó el proceso del PAN haciendo pública su intención de ser el sucesor de Felipe Calderón, sin embargo, el michoacano generó un ambiente de compromisos en el interior y en el exterior del partido, que lo llevaría a impulsar a Josefina Vazquez Mota como la candidata panista.

Durante el proceso electoral de 2012, diversos sectores del panismo acusaron a Felipe Calderón de haber entregado la candidatura a Vazquez Mota para entregar la banda presidencial al PRI de Enrique Peña Nieto, comprobando así la poca aceptación de la población al entonces Presidente y su partido.

La derrota como pragmatismo

Después de la salida de Calderón y su grupo de allegados del PAN en 2018, el partido quedó visiblemente fracturado, y Ricardo Anaya (hoy autoexiliado en Atlanta, Georgia) entregó uno de los peores resultados electorales del PAN en su historia. El partido que había tenido dos exenios consecutivos cayó al tercer lugar de la votación y Anaya tuvo menos votos que Josefina Vazquez Mota.

Santiago Creel supo aprovechar esa ruptura en el panismo y el abandono de los Zavala-Calderón de las filas del blanquiazul, para posicionarse como el panista con más experiencia y con más lealtad del partido.

La trayectoria de Creel demostraba ser coherente con los valores panistas y era un político disciplinado que daba pasos al costado cuando era necesario.

Creel estaba en la mejor posición para, por fin, alcanzar la tan soñada designación como candidato presidencial del PAN, aún y cuando el partido fuera en alianza con el PRI y el PRD en las elecciones de 2024, pues Marko Cortés consiguió que fuera el blanquiazul el que determinara candidatura presidencial frentista. (Ver Nota).

Lo que Creel no esperaba es que por primera vez en la historia del panismo, la decisión no quedaría en la militancia, ni en los tradicionales auspiciadores del PAN, quienes apoyaban al exdiputado, sino en un frío cálculo mercadológico, presuntamente hecho por Claudio X. González, a quien el presidente López Obrador llama “el gerente del frente opositor”.

La senadora panista Xóchitl Gálvez encontró en el pragmatismo electoral del Frente su camino para competir por el favor de “Alito” Moreno, Jesús Zambrano y el propio Marko Cortés (dirigentes nacional del PRI, PRD y PAN, respectivamente) sin tener que trabajar demasiado. Xóchitl apostó por los chistes fáciles y la exposición mediática para conseguir aceptación y revertir la fuerza de Creel.

El panista tenía esperanza de que Gálvez fuera perdiendo fuerza y sus negociaciones hicieran el trabajo pertinente, pero dentro del cálculo de ambos panistas no estuvo que el PRI todavía podía competir, y el gran “colmillo” y experiencia de Beatriz Paredes, obligaron a los panistas a cohesionar esfuerzos para no permitir la llegada del PRI a la candidatura.

Santiago Creel tuvo que renunciar, por tercera vez, a sus intenciones presidenciales, para convertirse en el eterno escudero de un panismo que lo veía como un faro de los valores partidistas.

Xóchitl Gálvez y su exposición mediática fueron más relevantes para la dirigencia de un instituto político con 100 años de tradición electoral.