Años de corrupción institucional y partidista provocaron que el ganador indiscutible de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Guatemala fuera el voto nulo, pues sumó 17.3 por ciento del total de sufragios emitidos.

Con 15.7 por ciento de los votos, una vieja conocida centroderechista de la política guatemalteca se coló al segundo lugar general y al primero entre la veintena de candidatos: la ex primera dama Sandra Torres, quien se postuló por tercera ocasión consecutiva, habiendo perdido las dos últimas contiendas en segunda vuelta, víctima de un fenómeno “antivoto” en las ciudades más pobladas.

La sorpresa vino de Movimiento Semilla, que se coló a segunda vuelta con 11.8 por ciento de los votos.

Se trata de un partido político de ideología socialdemócrata y progresista, nacido como un grupo de análisis sobre las protestas por corrupción en 2015, y cuya candidatura presidencial fue encabezada por Bernardo Arévalo, sociólogo y exdiplomático de 64 años, actual congresista e hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente considerado electo democráticamente en Guatemala, luego de la Revolución de 1944.

En un país con un gran sector poblacional conservador, cuyos últimos tres presidentes han establecido regímenes de derecha, resultó una gran sorpresa que un izquierdista se colara a la segunda vuelta y con ello, teniendo en cuenta el fenómeno “antivoto” contra Torres y sus últimas derrotas, se convirtiera en una opción con altas posibilidades de ganar.

Este domingo 20 de agosto se llevó a cabo la segunda vuelta electoral en el país vecino. Guatemala volvió a decirle “no” a Sandra Torres, y por primera vez en 40 años, votó mayoritariamente por un proyecto político de izquierda.

Movimiento Semilla, de la mano de Bernardo Arévalo, se impuso con 58 por ciento de los votos a la exprimera dama, que obtuvo 37 por ciento, y a quien la gente no escuchó la última vez cuando les solicitó a través de un mitin: “Denme el beneficio (de la duda)”.

Esta victoria definitiva llega luego de una afrenta emprendida por la fiscalia guatemalteca tras los resultados de la primera vuelta: no bien se había oficializado su pase a segunda vuelta, Movimiento Semilla comenzó a ser investigado por presuntas irregularidades en su creación.

La investigación corrió a cargo de jueces incluidos en la lista de “funcionarios corruptos y antidemocráticos” de EU, aunque fue frenada posteriormente por la Corte de Constitucionalidad.

Algunos periodistas y analistas de aquel país consideran la victoria de Arévalo más como un síntoma de hartazgo del régimen actual y de la clase política hegemónica, que como síntoma de un viraje ideológico del pueblo guatemalteco.

No obstante, al final del día Guatemala se inclinó por un candidato que durante la campaña prometió generar empleo mediante la construcción de carreteras e infraestructuras con inversión pública; la puesta en marcha de más de 400 nuevos puestos de salud, la concesión de becas para estudiantes y el combate a la corrupción a través de la creación de instituciones de transparencia, entre otros proyectos de política pública vinculados a la izquierda.

Con su victoria, Arévalo y Movimiento Semilla conducen a Guatemala al grupo de países de Latinoamérica que han votado en los últimos seis años por proyectos de gobierno progresistas, luego de venir de regímenes de derecha.

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador felicitó a través de su cuenta de X al pueblo de Guatemala por la elección de Bernardo Arévalo: «Estoy seguro de que llegarán nuevos tiempos de humanismo y justicia para todos y, en particular, para los herederos de la gran civilización mesoamericana”.

Ecuador elige al relevo de Guillermo Lasso

En medio de la incertidumbre de un país crispado por la crisis política y económica, agravada por el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio y el atentado contra la vida de otros candidatos a escasos días de los comicios, Ecuador también salió a votar este domingo 20 de agosto.

Los ecuatorianos participaron en la primera vuelta de las elecciones de donde surgirá el o la sucesora del presidente Guillermo Lasso, quien el pasado mes de mayo aplicó la “muerte cruzada”, cláusula del artículo 148 de la Constitución ecuatoriana, que le brinda facultades para gobernar bajo decreto, disolver la Asamblea Nacional “por grave crisis política y conmoción interna”, y lo obliga a convocar elecciones generales en un plazo de 90 días.

Lasso apeló a este recurso un día después de que la Asamblea General abriera un proceso de juicio político en su contra por corrupción, señalamientos que el también banquero derechista ha negado en reiteradas ocasiones, acusando a la oposición, en su mayoría simpatizante del expresidente Rafael Correa, de “buscar desestabilizar al país”.

De hecho, fue la candidata correista Luisa González, vinculada al movimiento Revolución Ciudadana, quien se hizo con la mayor cantidad de votos, con 33 por ciento del total, lo que la obliga a enfrentarse en segunda vuelta al joven empresario de corriente centrista, Daniel Noboa, quien obtuvo 24 por ciento de sufragios.

En tercer lugar y sin posibilidad de avanzar se colocó Christian Zurita, candidato sustituto de Fernando Villavicencio, asesinado el pasado 9 de agosto cuando terminaba un mitin.

Contrario a lo que podría haberse pensado, el magnicidio y la violencia política desatada en los días previos a la elección no desincentivaron la participación del pueblo ecuatoriano, que alcanzó un sorpresivo 82.26 por ciento del total del padrón.

Será el próximo 15 de octubre cuando se defina qué visión de país prevalecerá: si Ecuador decide virar de nuevo a la izquierda, o si mantienen en el poder a la élite empresarial y política por otro periodo.

De ganar en segunda vuelta, Luisa González sumará también a Ecuador a la lista de gobiernos de izquierda que hoy dominan prácticamente toda la región de América Latina.