El pasado mes de febrero, Sandra Cuevas fue una de las tantas asistentes que salieron a marchar “en defensa del INE”, secuestrado entonces todavía por Lorenzo Córdova y escandalizado por Ciro Murayama.
Lo hizo a bordo de una motocicleta y escoltada por elementos de la alcaldía, quienes se han convertido en una especie de caravana autoritaria vestida de rosa.
Como cientos de manifestantes, Cuevas advirtió de un retroceso en las instituciones democráticas, replicando el discurso de Córdova, quien dirigiendo un INE disminuido en legitimidad y credibilidad, prefirió lanzarse contra el poder sosteniendo un discurso que defendía sus altos salarios y comisiones, enarbolando una nueva banera de privilegios y corrupción institucionalizada.
Con ello en mente, no es difícil entender por qué cientos de personas, entre ellas Sandra Cuevas, se unieron a este llamado: fueron convocados por un miedo irracional a la pérdida de los privilegios que por años acumularon bajo esquemas de clientelismo y tráfico de influencias.

Al mismo tiempo que Sandra Cuevas marchaba en defensa de un instituto que no cumplía para entonces con los ordenamientos constitucionales que establecen los límites salariales de sus servidores públicos, un numeroso grupo de ciudadanos se organizaba en la alcaldía Cuauhtémoc para pedir al Instituto Electoral de la Ciudad de México que diera inicio a los trámites de consulta de revocación de mandato contra la ‘flamante’ alcaldesa.

¿Por qué? Tal pregunta tiene un sinfín de respuestas por parte de los vecinos, comenzando por lo más sencillo: la forma tan diferenciada de gobernar para unos y otros.
Sandra Cuevas ha implementado en la alcaldía una política de limpieza social que implica desaparecer, modificar y suprimir todo aquello que, a su modo de ver la vida, no conviva con su concepto de orden. Vemos que progresivamente, la demarcación ha ido perdiendo, literalmente, todo resquicio de color y vida.

Sandra Cuevas contra todos

¿Cómo olvidar la campaña emprendida por Cuevas contra los malvados e históricos rótulos que por años alegraron tantos puestos ambulantes de comida? Hoy todos son piezas de metal pintadas de un triste gris y que no inspiran ni llaman a nada.

O su desdén por la cultura, el arte y la dispersión a la que tienen derechos todos y todas las habitantes de la ciudad, y más dentro de una demarcación que alberga decenas de los museos y centros culturales más icónicos y hermosos de la capital y de todo el país. El único ejercicio de gobierno que conoce se basa en el autoritarismo y el silencio.

No le gusta ser incomodada por los vecinos, por lo que a inicios de año decidió remover a decenas de adultos mayores del Kiosko Morisco, a donde acuden a bailar cada domingo desde hace al menos 12 años.
Tampoco le gusta ver a las personas que, en su condición de migrantes, deambulan por las calles del Centro Histórico en busca de refugio, agua, comida, aseo y un poco de atención de las autoridades locales. Para Sandra Cuevas es necesario portar guantes de nitrilo a la hora de tratar con la población migrante, a quienes se refirió como “sucios” cuando pernoctaron durante algunas noches en la plaza Giordano Bruno de la colonia Juárez, e incluso se atrevió a rodear la plaza con bardas metálicas para evitar que descansaran ahí (dicho sea de paso, sin brindarles alternativas con un mínimo de atención), en un acto discriminatorio a todas luces.

Su afrenta contra los puestos ambulantes, muchos de los cuales seguro estaban ahí antes de que Cuevas iniciara su grisácea trayectoria política, también ha sido un tema recurrente en la alcaldía. ¿Qué garantías tienen las personas que, honradamente, despiertan todos los días para trabajar y que cuentan con un permiso para ello? Si de todas formas la alcaldesa tomará la decisión arbitraria de arrebatar y maltratar su patrimonio a través de sus matones. El material que te costó tanto esfuerzo y dinero adquirir yéndose a la basura, o al abandono dentro de unas bodegas, porque la alcaldesa decidió utilizar su privilegio de clase, poder e influyentismo para denostar tu trabajo y dejarte sin herramientas.

La frialdad de su administración es la antítesis de lo que debe ser la política pública, y la constante violación a sus facultades como alcaldesa hacen evidente el desdén por el derecho y la justicia social. ¿De qué sirven tantas maestrías y presumir ser doctorante, cuando en el ejercicio de gobierno te comportas como una troglodita sin escrúpulos ni principios de gobernanza? ¿Para quién gobierna Sandra Cuevas, si no es para sus lacayos y para ese sector de la población de clase media y alta que nunca ha visto ni se ha preocupado por el bien de los demás, sino por sí mismos y el bienestar propio? Hablamos del gobierno del egoísmo, del aspiracionismo sin miramientos, de la acumulación y la riqueza desmedida, el gobierno de la gentrificación, el que busca seguir desplazando a las familias con los menores ingresos a costa de la entrada de más y más residentes que encarezcan las diversas zonas de la demarcación. Un gobierno elitista que desde el día uno buscó convertir corredores en grandes complejos lumínicos, sin entender las urgencias culturales y socioeconómicas de atención prioritaria.

Sumemos por último, pero no menos importante, que Cuevas gobierna para un grupo selecto de ciudadanos que comulgan con ella. De acuerdo con Adriana Rea, vecina integrante de un colectivo ciudadano, la alcaldesa: “No ha tenido un buen desempeño como servidora pública, un ejemplo son los presupuestos participativos, que está ejerciendo a modo y no como fueron aprobados por los vecinos”, alegó al medio.

La revocación

En realidad han sido muchísimas las acciones cotidianas que han puesto en la mira de los vecinos a la alcaldesa abanderada del PRI, PAN y PRD. No es ningún secreto, pues, que exista un descontento tal que la idea de verla afuera de la alcaldía Cuauhtémoc suene muy atractiva.
De tal manera que vecinos de diversas colonias comenzaron a organizarse desde el pasado mes de febrero para recolectar suficientes firmas y dar inicio a su proceso de destitución.

Los vecinos buscan con toda razón, detener el invasivo intento de blanquear la alcaldía a través de acciones discriminantes, violentas y que destruyen toda muestra cultural de las y los habitantes, y con ello recuperar los espacios públicos que les han sido arrebatados a través de la intimidación.

Sin embargo, la burocracia nuevamente impide que procesos ciudadanos, a través de los cuales la gente pueda decidir si quieren que su gobernante continúe al frente o no, se constituyan y conviertan en una realidad.
Aunque exista constitucionalmente la figura de la revocación de mandato, en los hechos es muy complicado para la ciudadanía reunir los requisitos necesarios para impulsar la iniciativa y que esta llegue a buen puerto, es decir, que sea aprobada, impulsada y ejecutada en las urnas.

La ciudadanía ha denunciado una falta de compromiso y voluntad política por parte del Instituto Electoral de la Ciudad de México, luego de que decidiera cancelar toda solicitud ciudadana de revocación, incluso cuando demarcaciones como la Miguel Hidalgo entregaron todos y cada uno de los fastidiosos requisitos de trámite, esto pese a los múltiples obstáculos, como el retraso de la emisión de los lineamientos, la insuficiente difusión del proceso y la tardía entrega de la aplicación tecnológica, lo que a su vez significó un tiempo más restringido para recabar las firmas.

El comité promotor de dicha alcaldía acusó que el IECM no contrató a una empresa especializada para capturar los formatos de firmas de apoyo, dejando esta tarea a manos de su propio personal, sin contar con los sistemas adecuados ni los controles necesarios. Lo anterior causó una afectación en 3 mil 355 registros mal capturados por el IECM, en su afán, acusan los ciudadanos, de restarle firmas legítimas a la ciudadanía.

En una ciudad progresista resulta contradictorio sostener a alguien como Sandra Cuevas al frente de un gobierno local, y menos tratándose de la demarcación más importante en términos de economía, política, cultura y gobierno. Las instituciones deben estar del lado de la ciudadanía y no protegiendo intereses particulares, como parece hacer con Sandra Cuevas y otros alcaldes en la Ciudad de México. ¿Qué protege el Instituto Electoral de la Ciudad de México? ¿Cuáles son sus funciones sino garantizar y promover una vida democrática cada vez más participativa, donde la ciudadanía incida de forma directa en las decisiones territoriales en cualquier momento y no cada 3 años?

La administración de Cuevas es indefendible para la mayoría de los ciudadanos. La ciudad no puede medirse ni clasificar a los ciudadanos en términos de ingresos, apariencia física, lugar de origen, estrato social, vivienda, etc. Sandra Cuevas quizá no pueda ser expulsada a través de la revocación, pero a como están los ánimos, su paso por la vida pública al frente de un gobierno quedará limitado a los 3 peores años que ha experimentado la alcaldía Cuauhtémoc, pese al IECM. Al tiempo.