«…digamos que la poesía está de más,

que sobra,

que sirve solamente para elogiar al viento,

para diseccionar a Dios,

para abrir las guitarras y perseguir en ellas

a la música,

que el poema

no puede hablar del hombre y contra el hombre,

que el poema no es un mordisco gigantesco,

un espléndido rifle,

un puñetazo directo,

que el poema… (si nosotros quisiéramos,

podría prender fuego al escritorio,

a la esclavitud,

al mecanismo judicial)”.

 

Abigael Bohórquez

 

 

 

En la vasta y multicolor paleta de la música mexicana, hay voces que no solo entonan melodías para «elogiar al viento», sino que también se levantan y desafían paradigmas, insisten, persisten, resisten y nunca desisten. Uno de estos viandantes en la literatura del viento, es el cantautor guerrerense Cuauhtémoc Ulil Antúnez Martín, conocido simplemente como Ulil Antúnez, cuya música no solo embelesa a los oídos, sino que también desencadena un diálogo sobre los asuntos públicos del país. Estas voces son imprescindibles. El trabajo de Ulil destaca entre las voces de su generación porque se planta valiente, con las formas tradicionales y arremete contra el machismo arraigado en muchas de nuestras tradiciones. Con una combinación perfectamente sazonada de ritmos populares, retuerce las letras y le hace frente a los textos para entonar piezas con perspectiva de género, sin hacerse el machirulo, ni plantarse como el más guapo, el más millonario, el todasmías de la región. Ulil Antúnez llega con su folk y canta lo necesario, lo indispensable para nuestra sociedad. Ulil se alza como una esperanza de cambio en el horizonte cultural de Guerrero y de México.

 

Desde sus primeros pasos en la escena musical en 2003, este compositor e intérprete ha sido un ferviente defensor de la música popular. Lo escuché por aquellos años cantar tanto corridos como trova cubana, tanto huapangos como rancheras, uniendo su pasión por la pedagogía musical con un compromiso inquebrantable con su comunidad. He ahí un sello distintivo, su trabajo no solo se ciñe a perseguir el aplauso público. Pero su impacto va más allá de los escenarios: como educador musical, ha compartido su pasión y su conocimiento con las generaciones futuras, sembrando las semillas del cambio en los talentos jóvenes. Y su compromiso con la equidad de género no se limita a sus letras; también se refleja en su propia práctica, abriendo espacios para artistas de todos los géneros y orientaciones.

 

Ulil siempre se ha arriesgado, su guitarra es un telescopio para mirar el futuro y se involucra en la comunidad, fomenta el aprendizaje. Siempre ha estado más cerca de los barrios, de los pueblos, que de la farándula. Su guitarra siempre ha sido más que «un instrumento sin mejores resplandores que lucecitas montadas para escena». Por ello es importante destacar su formación académica, marcada por estudios en centros reconocidos como Daniel’s Music Center y el Centro Nacional de las Artes, espacios donde ha cosechado las herramientas para fusionar lo tradicional con lo contemporáneo, creando así un sonido único que retumba en los corazones, más que en los tímpanos de quienes lo escuchan.

 

Destaca su proyecto «Ya con esta se despide, el machismo se acabó: Canciones tradicionales con perspectiva de género», donde este artista muestra todo su ingenio, pero además su valentía. A través de ocho canciones, Ulil se sumerge en los ritmos tradicionales guerrerenses, rescatando la chilena, el son de tarima, la columbia y el corrido esdrújulo, y los revitaliza con una nueva perspectiva. En lugar de reproducir los discursos machistas, que prevalecen en muchas de estas canciones, él los desafía, transformando las letras para reflejar una visión de género más inclusiva y progresista.

 

La tarea lírica debió ser compleja, ya que explora las estructuras clásicas, desde el hexasílabo hasta la décima espinela, y ello demanda un profundo conocimiento del quehacer literario. Pero el músico en cuestión no se detuvo ante ningún obstáculo, navegando con destreza entre las aguas de la historia y la innovación ha logrado crear un proyecto humanista, de avanzada y rebelde. Incorporando recursos de armonía contemporánea y reinterpretando ritmos típicos, ha logrado no solo preservar las tradiciones, sino también abrir nuevas puertas de esta música hacia el futuro.

 

Una parte del éxito obtenido por Ulil en sus hallazgos es su larga trayectoria en presentaciones en escenarios destacados, como el Centro de Cultura Ambiental y el Zócalo de la Ciudad de México. A través de enormes plazas, ha llevado su mensaje de cambio y empoderamiento a un público cada vez más amplio. Alternando con artistas de renombre como Nacho Pata, este cantautor ha demostrado que la música puede ser mucho más que un mero entretenimiento: puede ser «un arma cargada de futuro».

 

En un momento en que gran parte de la música viral reproduce estereotipos estigmatizantes, aparece esta voz rebelde, y digo rebelde porque la rebeldía no está en sentirse un malandro ni pavonearse de ser un chingón, sino de combatir estos estereotipos y darle un giro a los géneros.

 

Por otro lado, México se está transformando, y esa transformación que camina en sentido progresista nos ha llevado poco a poco, como sociedad, a despenalizar el aborto, a obligar a nuestros representantes populares a constituir gobiernos y legislaturas paritarias y a entender desde otra vistoión la lucha de las mujeres por la igualdad de género, y todo ello hoy está en el centro del escenario, donde este cantautor guerrerense se erige como un símbolo de esperanza y resistencia. Con cada acorde, cada verso, está desafiando las estructuras y construyendo un nuevo paradigma donde se hacen visibles nuevas luchas sociales. Es un honor celebrar su contribución a la música y a la sociedad, y esperamos con ansias ver hacia dónde nos llevará su camino musical, porque Ulil Antúnez (salud Abigael) es de esos tipos que abren las guitarras y persiguen en ellas a la música.

 

Adolfo Ramírez, primavera 2024