El suyo es un apellido de peso político por donde se le mire. Más todavía entre quienes se identifican con las causas que su abuelo enarboló y las decisiones, a la postre históricas, que asumió el presidente Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940); o por aquellos que acompañaron, ya en el siglo XX, a su padre, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en las decisivas luchas políticas y sociales que desembocaron en una democracia más robusta y saludable.

Lázaro Cárdenas Batel destaca como uno de esos funcionarios públicos cuya vocación por el servicio no es moneda de uso común entre quienes se dedican a la política.
Como heredero de una revuelta cívica y pacífica que antepuso la soberanía nacional sobre los intereses económicos de las élites, Cárdenas Batel ha entendido y asumido su papel como parte de una inercia iniciada por su abuelo y hoy retomada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ambos han mantenido una relación estrecha y de servicio de tiempo atrás. El Presidente de la República confía plenamente en él. Durante cuatro años encabezó la coordinación de asesores de la Presidencia de la República hasta abril pasado.

Su salida del gabinete generó algunas suspicacias entre propios y extraños. Se iba uno de los hombres de mayor confianza del primer mandatario, para cumplir con nuevas tareas en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Tras el desencuentro entre su padre, Cuauhtémoc Cárdenas, y el presidente López Obrador, luego de que el primero fuera convocado a un foro opositor a principios de año, se especuló que el Presidente terminaría de romper todo lazo con los Cárdenas, entre ellos su coordinador de asesores.
Nada más ajeno a la realidad.

Conocedor de su entorno y de las circunstancias políticas actuales, el presidente López Obrador realizó un reacomodo general de su gabinete de cara al 2024, año eminentemente electoral.
En él justamente se circunscribe la actual coyuntura de Lázaro Cárdenas Batel.
En el ideario colectivo, salvo por la monocromática discursiva de la oposición, impera la idea de que Morena se llevará la victoria en la elección presidencial del próximo año (todas las encuestas así lo apuntan) con comodidad. No es el caso de la Ciudad de México.

Irónicamente, la ciudad emblema por excelencia del progresismo y la izquierda mexicana, además de base dura del obradorismo y sede de inmensas movilizaciones en favor de su causa, está en riesgo de ser arrebatada al partido guinda el próximo año.
Producto del desencuentro electoral de 2021, en el que Morena perdió seis alcaldías, la oposición se reposicionó más allá de las delegaciones políticas, hoy alcaldías, que ya gobernaba.
Así, la oposición tiene, como nunca, posibilidades de asestar un golpe aún más duro a la izquierda obradorista en la capital.
Aunque mediciones de junio, como la de El Financiero, dan a Morena una ventaja de 19 puntos frente a la oposición en la capital del país, todavía gravita la derrota electoral de 2021.
La operación política de Morena en la CDMX habrá de centrarse en ganar la Jefatura de Gobierno con sólo siete alcaldías bajo su control, frente a los alcaldes y alcaldesas de oposición que han mostrado su talante autoritario y ejercido furiosas formas de operar.
Bajo estas circunstancias, Morena no puede equivocar sus cartas, situación que el presidente López Obrador entiende.
Perder la Ciudad de México sería desastroso, así que el tabasqueño reforzará todos los flancos.

El Presidente hizo una particular mención de Cárdenas Batel durante una de sus conferencias mañaneras en la que incluyó a Cárdenas Batel como un perfil destacable en la carrera presidencial, junto a otros funcionarios y cuadros políticos como Rocío Nahle y Tatiana Clouthier, entre otros.
Muchos analistas coinciden en que la mención llegó tarde, pero quizá con un propósito reservado para posteriores definiciones.

Todavía no está definido si la candidatura morenista en la Ciudad de México corresponderá a una mujer o un hombre, debido al criterio de la paridad de género.
Si ésta correspondiera a un varón hay un perfil cuya trayectoria y formación política podría ser la indicada para mantener la fuerza territorial y política de Morena en la CDMX, pues dicha tarea exige los tonos conciliadores que caracterizan a Cárdenas Batel.
El nieto del general Lázaro Cárdenas es un hombre con el que no tendrían mayor problema de coincidir las bases sociales, las clases medias e incluso los sectores más moderados del conservadurismo, quienes podrían inclinarse por él, respaldados en su amplia trayectoria como diputado federal, senador, gobernador de Michoacán, su tierra natal, y funcionario destacado en diferentes administraciones.

Teniendo en cuenta que la Ciudad de México no necesariamente inclina la balanza, como lo hizo en 2021, por un prurito ideológico, sino por coyunturas específicas, entre ellas el propio desgaste que representa el ejercicio de gobierno, sería más factible que la ciudadanía vote en su mayoría por perfiles como el de Lázaro Cárdenas Batel, que por personajes ya perfilados por la oposición, como el polémico alcalde panista de Benito Juárez, Santiago Taboada, acusado de formar parte de esquemas de corrupción a través del Cártel Inmobiliario.
Dentro de Morena no hay otros perfiles con el potencial electoral del nieto del General Cárdenas. La propia experiencia con Miguel Ángel Mancera de tener a un policía al frente del gobierno, pero también el distanciamiento del presidente ante las acusaciones de presuntas relaciones criminales, le cerraron la puerta a Omar García Harfuch y sus posibles aspiraciones.

Aunque llegó a aparecer en diversas encuestas como uno de los mejores posicionados para ganar la Jefatura de Gobierno el próximo año, él mismo decidió que se alejaría de cualquier contienda.
Cárdenas Batel podría estar ubicado la coyuntura política precisa, a la espera de que la oportunidad sea abierta para tomarla y avanzar en la construcción de un proyecto ganador en la Ciudad de México.

Como amigo de décadas del presidente López Obrador, sin duda contaría con su respaldo en esta última etapa, así como con el respaldo institucional, coordinado con el próximo gobierno morenista que emane de alguno de los aspirantes presidenciales, pues con todos sin excepción mantiene una estrecha relación política y personal.
El capital político que ha construido durante su trayectoria en el servicio público y las luchas de la izquierda en las que se involucró lo colocan en una posición inmejorable. Habrá que esperar a que los tiempos y las leyes le sonrían a sus amplias oportunidades.