El Partido de la Revolución Democrática fue fundado como una esperanza y un bastión de la democracia mexicana, un partido de izquierda socialdemócrata que buscaba evitar el desmantelamiento del Estado benefactor y dar cabida democrática a las luchas de izquierda que dejaron en el país centenares de muertos entre 1970 y 1980.

El sueño de Cuauhtémoc Cardenas, Porfirio Muñoz Ledo, Iginia Martínez y Andrés Manuel López Obrador quedó sepultado por los intereses de un pequeño grupo que consiguió consolidar sus ambiciones personales como la agenda de la izquierda partidista y que conllevó a la ruptura de Andrés Manuel con el PRD en el 2012.

El grupo conocido como ‘los chuchos’ encabezado por el actual presidente nacional del PRD Jesús Zambrano y Jesús Ortega se quedó con el cascarón que quedó del partido después de que el fundamento popular e ideológico decidiera salir de la organización para fundar posteriormente el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

El abandono de las bases populares dio vía libre a que Jesús Zambrano y los caciques locales se incrustaran en los más altos cargos de las dirigencias perredistas, así pasó en Michoacán en donde Silvano Aureoles, actual candidato a encabezar el Frente Amplio por México, se hizo con el poder absoluto del estado.

A nivel municipal personajes como José Luis Abarca, alcalde de Iguala, concentraron tanto poder que pudieron perpetrar crímenes de lesa humanidad como la desaparición forzada de 43 normalistas de Ayotzinapa por haber tomado un camión que transportaba heroína perteneciente a grupos criminales con destino a los Estados Unidos.

Bernardo Ortega Jiménez es otro de los grandes caciques de Guerrero habiendo concentrado puestos de poder desde el 2002 cuando fungió como presidente municipal de Quechultenango y posteriormente haya accedido al congreso local por el distrito 24 correspondiente al mismo municipio.

Desde su llegada a la presidencia municipal Bernardo Ortega ha consolidado su poderío a través de concesionar el poder ilegítimo a sus hermanos  Celso, Jorge Iván y José Antonio quienes se ostentan como líderes del grupo ‘los ardillos’. El grupo se encarga de actividades criminales como la extorsión, el cobro de piso o en el peor de los casos el manejo de presupuesto de programas sociales.

De acuerdo con los testimonios de habitantes del estado de Guerrero en el que el grupo de ‘los ardillos’ tiene presencia dichos grupos se infiltran en las organizaciones comunales hasta obtener el control de las autoridades tradicionales y posteriormente comienzan a atemorizar a los pobladores y a coaccionar el voto en favor del PRD.

No conformes con el control de las autoridades locales en los municipios controlados por  ‘Los ardillos’ los hermanos Ortega han creado policías comunitarias demostrando su oportunismo al parasitar una lucha histórica que la administración de Andrés Manuel López Obrador ha respetado desde el comienzo del sexenio en 2018.

Las supuestas policías comunitarias de ‘los ardillos’ no combaten al crimen organizado para defender a los pobladores, sino que pactan con las organizaciones del crimen organizado y ceden territorio a los cárteles al mismo tiempo que se convierten en operadores criminales apoyando el cobro de derecho de piso u otro tipo de extorsiones.

Bernardo Ortega se ha tratado de desligar comúnmente de sus hermanos y las acciones ejercidas por los ardillos diciendo que él no es responsable de lo que cada persona haga con su vida a pesar de que, al mismo tiempo, ha sido muy insistente en que es su liderazgo y el PRD el partido que más votos otorga a la alianza con el PAN y el PRI en la entidad.

Bernardo Ortega ahora busca posicionarse como presidente del PRD en el estado y ha dicho que no dará un cheque en blanco a la alianza electoral planteada desde la dirigencia del partido del sol azteca lo que ha sido interpretado como una amenaza por parte de actores regionales del PRI y el PAN.

Los ardillos movilizaron el lunes 10 de julio a miles de personas de los poblados controlados por el grupo criminal a la capital del estado para confrontarse con autoridades que arrestaron a dos miembros clave de su organización. En las disputas los manifestantes se identificaron como ‘base social’ de los ardillos lo que vincularía a Bernardo con ellos.

El PRD de los chuchos no sólo se posiciona ahora como un partido mercenarista a disposición de los caprichos de la derecha conservadora panista o de la derecha neoliberal del PRI sino que la poca fuerza que son capaces de presumir proviene de grupos criminales altamente organizados y en franca sintonía con los cárteles de la droga mexicana.

El PRD pasó de ser un atisbo de esperanza democrática a ser un cártel local con forma y fondo similar al Cártel Jalisco Nueva Generación o el Cártel de Sinaloa pero cuyos sicarios son financiados a través de las prerrogativas que el Instituto Nacional Electoral.