Íñigo Errejón, portavoz de Sumar en el Congreso de los Diputados, ha renunciado a su cargo y abandonado la política institucional en medio de graves acusaciones de violencia machista, incluidas denuncias de acoso sexual presentadas por la actriz Elisa Mouliaá. El caso de Errejón no es aislado en el ámbito político; líderes como Silvio Berlusconi, Ismael Álvarez, Miguel Ángel Bustamante y Donald Trump también han enfrentado señalamientos similares en su carrera.
Para el movimiento feminista, la denuncia se ha convertido en una herramienta crucial para desafiar estructuras patriarcales y exponer la violencia sistémica. No obstante, figuras como la periodista Cristina Fallarás señalan que, aunque necesaria, la denuncia no debe verse como un «deber impuesto» sobre las mujeres, quienes enfrentan el temor al estigma y la revictimización al alzar la voz.
El caso ha desencadenado una serie de testimonios que, al principio, parecían aislados pero que han ido acumulándose, describiendo un patrón de presunta violencia de género. «Son muchas, muchísimas», explica Fallarás, quien da visibilidad a historias de mujeres a través de su perfil en redes sociales. Sin embargo, la periodista enfatiza que las víctimas, a menudo, no se atreven a hablar abiertamente debido al estigma y las represalias sociales.
En redes sociales, algunos perfiles anónimos han señalado directamente a Errejón, a pesar de que la mayoría de las presuntas víctimas han decidido guardar silencio. La abogada y exdiputada Lorena Ruiz-Huerta, crítica en este caso, describió la dimisión de Errejón como un «episodio de justicia» y lamentó los «elocuentes silencios» de quienes apoyaban al exportavoz, sugiriendo que el entorno político continúa actuando como un escudo antes que cuestionar la conducta de sus miembros.