Las aspiraciones presidenciales de Xóchitl Gálvez comenzaron a crecer narrativamente bajo un discurso y un perfil que contrastan diametralmente de perfiles y trayectorias políticas de otros aspirantes del Frente Amplio por México: una mujer de orígenes indígenas que utiliza vestuarios tradicionales de Hidalgo, que enarbola un discurso de superación personal basado en la meritocracia, y que dice estar alejada de vínculos partidistas, del poder político-económico y abanderar las causas de izquierda.
Sin embargo, esta narrativa es desmoronada por los hechos cuando es sencillo darse cuenta que los personajes que impulsan y respaldan esta candidatura constituyen lo más alto de la clase política cupular del país a cargo de levantar al Frente Amplio por México: Vicente Fox, Claudio X. González, Lilly Téllez, Josefina Vázquez Mota, ‘Alito’ Moreno, Marko Cortés, entre otros. Además de medios y líderes de comunicación alineados a la oposición. Todos ellos, personajes que a lo largo de los años han rechazado con clasismo, política y discursivamente, a perfiles como el suyo, no solo para desempeñar cargos públicos, sino como parte misma de la sociedad.
Pero la hipocresía discursiva es solo una parte del mar de contradicciones que encierran la figura de Xóchitl Gálvez: en el empuñe de la narrativa del supuesto alejamiento de los privilegios que enmarcan a la clase política (de la que ella es parte), las discrepancias nacen y crecen de su propia trayectoria política. Aquí no se cuestionan sus orígenes, sino la forma en que, como servidora pública, ha ido creciendo a través del compadrazgo, en detrimento del mérito propio.
Cabe recordar que Xóchitl ha ocupado diversos cargos desde que Vicente Fox la llamó a dirigir la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas, pasando por una gris y olvidable gestión en la alcaldía Miguel Hidalgo, y llegando al senado sin el voto popular, es decir, como plurinominal.
No son pocas las irregularidades que se pueden encontrar en las declaraciones patrimoniales hechas por la senadora panista de la sociedad civil. Previo a su llegada a la jefatura delegacional de Miguel Hidalgo en 2015, Xóchitl Gálvez reportó ingresos por 960 mil pesos al año por su trabajo presidiendo su empresa High Tech Services, 2 casas con valores de 785 mil y 300 mil pesos en el estado de Hidalgo, 2 automóviles valuados en 873 mil pesos, un departamento que ya vendió, además de joyas, obras de arte y bienes muebles con valor de 2 millones 700 mil pesos. En ese momento, contaba también con un crédito hipotecario de 800 mil pesos.
El problema es que, durante su última declaración patrimonial correspondiente a 2022, en calidad de senadora de la República, Gálvez parece haberse deshecho de todas sus propiedades, automóviles e incluso bienes muebles. Declara no tener casas ni departamentos, tampoco vehículos ni ningún bien. En todos estos apartados, la senadora colocó la leyenda: “ninguno”.
Xóchitl Gálvez, de un momento a otro, pasó de contar con diversas propiedades (una de ellas en herencia), a no poseer absolutamente ningún inmueble.
Sin embargo, en el apartado de adeudos la senadora declaró haber adquirido en 2021 un nuevo crédito hipotecario con valor de 1 millón 376 mil 486 pesos, sin embargo, ninguna propiedad está registrada a su nombre bajo este crédito.
En el mismo apartado, Gálvez declaró tener 3 tarjetas de crédito con línea que suman 214 mil pesos.
En su declaración de intereses, la senadora panista omitió el apartado que hace referencia a su participación en empresas, sociedades o asociaciones. A diferencia del resto de su declaración patrimonial, en el documento se dejan en blanco dichos apartados y no se explica el papel de la senadora en su participación en su propia empresa, High Tech Services, ni los posibles vínculos de esta con otras empresas; toda ella, información que debe ser presentada en la misma declaración, y de la que, por alguna razón, la aspirante presidencial decidió prescindir.
No hay que olvidar el escándalo que representó que uno de sus más cercanos colaboradores desapareciera sin haber declarado cerca de 6 millones de pesos al Servicio de Administración Tributaria (SAT).
En 2016, Gálvez sumó a su equipo al panista Arne Aus den Ruthen Haag, quien ya se había desempeñado como jefe delegacional de la Miguel Hidalgo entre el 2000 y el 2003, colocándolo en la posición de ‘City Manager’, figura aprovechada para exhibir a ciudadanos en la calle sin ningún miramiento. Desde el poder, y amparado por la jefa delegacional, Arne Aus evadió al fisco. Fue denunciado por la Procuraduría Fiscal de la Federación (PFF), que detectó irregularidades en los movimientos financieros del panista, y descubrió que el funcionario declaró ingresos menores a los que realmente tuvo.
Una investigación realizada por SinEmbargo demostró que, en su calidad de servidor público y arropado por Gálvez, los ingresos de este empresario fueron de 18 millones 632 mil 512 pesos, sin embargo, él solo declaró la cantidad de 700 mil 912 pesos.
Todo ello se suma a una amplia lista de irregularidades en torno a la carrera política de Xóchitl Gálvez y su verdadera relación con el poder político económico. Aunque ha insistido en su alejamiento de las clases poderosas, haciendo énfasis en su cercanía y supuesto trabajo en favor de la población más vulnerable, nada ha podido disfrazar que la eventual candidata del Frente por México gusta de rodearse de personajes poderosos, sentarse a la mesa con ellos, negociar espacios de poder y asesorarse con las cabecillas de las cúpulas que buscan la alternancia en 2024.
Si bien es cierto que Xóchitl Gálvez constituye la figura más pragmática para intentar competirle en lo mínimo al oficialismo, ello no significa que no pertenezca a la misma clase política que escala a través de compadrazgos y favores.
Recientemente, Gálvez aceptó haberse reunido y asesorado con el Consejo Nacional “Litigio Estratégico” de Gustavo de Hoyos Walther y Claudio X. González, con el fin de obtener el amparo con el que días después se presentaría a las puertas de Palacio Nacional, muchos días antes de destapada su ´sorpresiva´ aspiración presidencial.
¿Alguien de verdad puede respaldar con total seguridad la idea de que Gálvez representa un quiebre dentro de la propia ala derechista? Todas y cada una de sus acciones, pasadas y presentes, se alinean automáticamente ante las presiones de no contar con una candidatura que de verdad abandere las causas e ideologías del Frente Amplio. El costo fue abandonar la propia congruencia y aspiraciones políticas realistas, como la jefatura de Gobierno de la CDMX, a cambio del desgaste de una candidatura presidencial que no ha arrancado el vuelo, y que ya presenta fallas en sus motores.
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