Antes de anunciar si seguirá o no en Morena este lunes 11 de septiembre, Marcelo Ebrard se reunió en privado con alrededor de una treintena de diputados morenistas en San Lázaro, donde habría de definir detalles previo a su decisión.
Los legisladores han denunciado presiones de la dirigencia del partido y de Ignacio Mier, coordinador de la bancada, por haber apoyado abiertamente a Ebrard.
La tensión entre Ebrard y Morena ha ido en aumento, pese a los llamados de Claudia Sheinbaum y el resto de “las corcholatas”.
Muchos apostaban a que se oficializaría la ruptura definitiva, su salida del partido.
Sin embargo, el excanciller mantuvo en suspenso su decisión, aunque dio otra señal.
La tarde del domingo 10 de septiembre exigió la cancelación y reposición del proceso interno de Morena y hoy, durante su mensaje a medios, hizo saber que su futuro en Morena dependerá de tal resolución.
“Presentamos esta impugnación y va a depender de la respuesta que tenga Morena el curso de la decisión que nosotros vamos a seguir”, advirtió.
Ebrard subrayó que no hay forma de que permanezca en Morena si la resolución no le es favorable.
“Considero que si estas diferentes circunstancias que se dieron, las incidencias en el proceso se quedan igual, yo ya no tendría interés en estar en Morena”.
Ebrard recalcó que el proceso estuvo viciado y lleno de irregularidades; denunció el uso de programas sociales y la participación abierta de gobernadoras y gobernadores en favor de Sheinbaum.
Informó que a partir del próximo 18 de septiembre dará inicio a una serie de recorridos por el país, donde agradecerá el apoyo de la gente, les explicará la situación, y creará las bases qué impulsen su Movimiento Progresista, al que busca formalizar como nueva corriente política.
“Tenemos una causa que defender”, aseguró.
Todo parece indicar que el excanciller y su equipo apuestan por judicializar el proceso y que las autoridades electorales obliguen a repetirlo. Y más aún: que si éstas dictaminan que Sheinbaum incurrió en una falta, pueda ser inhabilitada.
