Benito Pablo Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca, en el seno de una familia zapoteca. A la edad de 3 años perdió a sus padres.
Desde niño tuvo que emplearse en lo que fuera, lo hizo en el campo hasta que se mudó a la capital. Trabajó en distintas ocupaciones, entre ellas, en un taller de encuadernación, aprendió el español y comenzó a estudiar.
En las aulas enfrentó la marginación y discriminación por su origen indígena, tanto de sus compañeros como de sus profesores.
Esas dificultades forjaron su indomable carácter y trazaron lo que sería su destino.
A los 28 años se graduó como abogado en el Instituto de Ciencias y Artes. Encontró así, en la vía del conocimiento, una ruta que lo llevaría por diversos cargos públicos y lo ligaría de manera definitiva al porvenir de la patria.
Fue diputado local y magistrado interino de la Corte de Justicia del estado, donde asumió la defensa de campesinos contra los abusos de terratenientes y fue encarcelado con falsas acusaciones.
Como prisionero experimentó las injusticias, y con el tiempo se convirtió en fiscal del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Asumió la gubernatura de Oaxaca, primero de forma interina y luego por elección, y desde ahí impulsó la construcción de escuelas, mejoró caminos, hizo un manejo honesto de los recursos públicos, y mantuvo sus principios en favor de los derechos de los desprotegidos y en contra de las injusticias.
Adscrito al pensamiento liberal y protagonista ya de la política de la Nación Independiente, en 1853 se exilió en Estados Unidos por diferencias con el presidente Antonio López de Santa Ana, para el año siguiente unirse al Plan de Ayutla, que dio la presidencia de la República a Juan Álvarez y a Ignacio Comonfort.
En ese gobierno, en 1855 asumió como ministro de justicia y promulgó la llamada Ley Juárez, instrumento que sirvió para abolir los fueros eclesiásticos, los fueros militares y sus tribunales especiales; reconocía así la igualdad jurídica de todos los ciudadanos ante la ley.
Una vez instaurada la Constitución de 1857, el presidente Comonfort lo designó ministro de Gobernación y en la búsqueda por la consolidación del Estado de derecho de México, se llevó a cabo una Reforma Judicial que quedó plasmada en el artículo 92 de dicha Carta Magna, para que los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fueran electos mediante votación popular.
En las elecciones federales de 1857, con una carrera política y judicial destacadas y con una vida intachable, Juárez fue electo presidente de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo que le permitiría llegar a la Presidencia de la República interinamente el siguiente año.
De 1858 a 1861, durante la guerra entre liberales y conservadores, mantuvo un gobierno itinerante por varias entidades, desde donde impulsó las llamadas Leyes de Reforma entre las cuales se encuentran: la Ley de Nacionalización de los Bienes del Clero, la Ley sobre el matrimonio civil, la Ley de creación del Registro Civil, y la Ley de libertad de cultos.
Tras la victoria del grupo liberal, Benito Juárez fue electo Presidente Constitucional y prohibió el tráfico de personas indígenas mayas a Cuba.
También decidió suspender el pago de la deuda externa a España, a Francia e Inglaterra ante la escasez de recursos públicos, lo que trajo como consecuencia el bloqueo militar del Puerto de Veracruz y la primera intervención francesa fracasada.
El 15 de julio de 1867 Juárez restableció los poderes federales en la Ciudad de México y ganó las elecciones a Porfirio Díaz.
Otra de sus aportaciones importantes en materia legislativa fue la promulgación de la primera Ley de Amparo que permite a la ciudadanía defender sus garantías individuales de los actos injustos de todo tipo de autoridades.
La lucha constante en contra del conservadurismo, la corrupción y los privilegios de unos cuantos, fueron insignias de la vida del presidente Juárez en la búsqueda de un estado laico y moderno con justicia y autonomía del pueblo de México.
Pese a sus problemas de salud nunca dejó de trabajar por México, aún horas antes de su partida, el 18 de julio de 1872, atendió asuntos oficiales hasta que falleció por una angina de pecho, aquí en el Palacio Nacional.
Benito Juárez es uno de esos hombres que nace cada 100 años. Pasó su vida promoviendo y asentando un estado más justo, democrático y equitativo. Su legado prevalece en la historia de México.
Hoy recordamos sus sabias palabras “Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”
A 152 años del fallecimiento del presidente Juárez, nuestro país se encuentra en vías de transformación.
La revolución pacífica de nuestro tiempo la encabeza un hombre originario de Tepetitán en Macuspana, Tabasco, que se ha forjado desde abajo en la lucha por los derechos de quienes menos tienen; se trata del líder social más importante de la historia moderna que ha encontrado en el respaldo del pueblo de México el motor para enfrentar las resistencias a un auténtico cambio de régimen.
Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador tiene como eje de actuación el lema “Por el bien de todos, primero los pobres”
Ha trabajado incansablemente por establecer el derecho a la alimentación, el derecho a la educación, el derecho a la vivienda, el derecho al trabajo, el derecho a la salud, el derecho al estado de bienestar.
La Cuarta Transformación ha significado la separación del poder económico del poder político, porque nunca más, para que nunca más la autoridad privilegie a una minoría, sino que su esencia sea el servicio público en favor de las mayorías.
El presidente López Obrador trabaja con austeridad republicana dando buen uso a los recursos del pueblo.
Esa correcta administración y el combate a la corrupción han permitido ahorros que han sido destinados a programas sociales.
Hoy reciben pensión los adultos mayores, apoyos económicos las personas con discapacidad, productores del campo, pescadores, sembradores, jóvenes desempleados, estudiantes, niños, niñas y mujeres.
Este gobierno realiza la construcción de caminos rurales, carreteras, trenes, aeropuertos, escuelas, hospitales, refinerías que producen empleos.
La labor del Gabinete de Seguridad encabezado por el propio Presidente de México todos los días a las 6 de la mañana, ha permitido una reducción en la incidencia delictiva.
El uso de la inteligencia operativa y el trabajo conjunto lleva a importantes detenciones.
Se creó la Guardia Nacional. Así avanzamos en el combate a la inseguridad.
Con la atención a las causas que originan la violencia y con la estrategia de seguridad hay confianza de inversionistas en nuestro país.
El salario mínimo tuvo incrementos históricos; hay un peso fuerte en relación al dólar, no se ha registrado devaluación; nuestra nación cuenta con finanzas públicas sanas; se redujeron la pobreza y la desigualdad de manera histórica.
El avance de la transformación ha sido posible, gracias a millones de hombres y mujeres que eligieron dar un viraje al rumbo del país.
¿Qué haría México sin sus obreros, sin la cosecha de los campesinos, sin los maestros, sin los trabajadores informales, sin los servidores públicos que llevan agua y luz a todo el territorio; sin los albañiles; sin los choferes?
Este gobierno es incluyente, trabaja para todas y todos. Han habido evidentes cambios en el Poder Legislativo, ahora los mexicanos ya decidieron la reforma al Poder Judicial para que en México impere la justicia.
La Revolución de las Conciencias hace clara la necesidad de acabar con la impunidad y de impulsar una reforma al Poder Judicial para que los pobres no permanezcan encarcelados mientras los capos de la delincuencia y los malhechores de cuello blanco obtienen fácilmente su libertad.
Esta Revolución de las Conciencias es una nueva forma de ver las cosas, nos obliga también a luchar todos juntos y juntas como nación, contra el racismo, el clasismo, el machismo, la discriminación y contra toda manifestación de odio.
Es un movimiento pacífico por el respeto a la libertad de pensamiento político, a la libertad de culto religioso, respeto a la diversidad cultural, respeto a la diversidad de género, respeto a las tradiciones de los pueblos originarios y por el respeto a los derechos de las mujeres; porque, como diría Juárez: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Hoy en su aniversario luctuoso recordamos a un gran hombre, a un gran presidente surgido desde abajo, ensalzamos su obra y su herencia.
Reconocemos también el legado que construye a diario el gran presidente que nos gobierna. Él ha sentado las bases de la Cuarta Transformación a la que dará continuidad, por decisión popular, en un hecho inédito, la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, porque como dicta la frase juarista: “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”.
Muchas gracias.
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