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México y Chile, 50 años de una hermandad nacida de la ignominia

En estos días se cumplen 50 años del exilio de centenares de chilenos hacia México y otras latitudes del mundo, consecuencia del Golpe de Estado militar que acabó con la presidencia y la vida de Salvador Allende, e instauró un régimen de excepción por dos décadas, que aniquiló toda forma de disidencia mediante la tortura, la desaparición y el exterminio.

Salvador Allende visualizó durante toda su gestión la posibilidad de un golpe: así lo dejó manifestado en varios discursos, como el que dio en la Universidad de Guadalajara, donde advertía que poderes fácticos auspiciados desde Estados Unidos intentaban desestabilizar a su gobierno. Y aunque Allende trató de frenar los ánimos golpistas en el interior de las fuerzas armadas, éstas terminaron sucumbiendo a la traición de Augusto Pinochet contra el gobierno democrático y contra el pueblo chileno.

Cincuenta años después de aquel trágico episodio, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo una excepción en su reticencia de no viajar al exterior para visitar Chile, y pararse frente a los muros del Palacio de La Moneda, ahí donde la metralla de la Fuerza Aérea hizo lo suyo, mientras Allende ofreció sus últimas palabras a los chilenos, a través de la agonizante transmisión de Radio Magallanes.

La historia compartida de México y Chile durante 50 años es de una riqueza vasta.

Gabriel Boric recordó frente a López Obrador la influencia y mezcla de diversas expresiones artísticas, por ejemplo, en la música.

“Pienso en el intercambio cultural de bandas como Los Tres, Café Tacuba, Mon Laferte y Los Bunkers, que están yendo y viniendo permanentemente”.

También en las bellas artes, el cine, la literatura y otras expresiones.

Los exiliados chilenos trajeron a México sus inercias de participación política y enriquecieron el debate. 

La hija del presidente Allende, Isabel Allende Bussi, escritora y senadora chilena, recibió ayuda del entonces embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, quien le ayudó a ponerse a salvo en la residencia de la Embajada y después, a salir del país de forma segura.

“Me siento profundamente conmovida, sé que mi padre estaría profundamente orgulloso y quiero decirles gracias, ambos presidentes que están aquí, sé que están comprometidos con la paz, la solidaridad, con la soberanía y la democracia”, dijo Isabel Allende este domingo, tras recibir la condecoración del Orden Mexicana del Águila Azteca de manos del presidente Andrés Manuel López Obrador.

El gobierno militar de Augusto Pinochet dejó a Chile más de 40 mil disidentes, opositores y ciudadanos encarcelados, desaparecidos, torturados y/o asesinados.

Sin duda la intervención de México marcó un parteaguas para miles de chilenos cuyo destino habría sido incierto, así como, de igual manera, su llegada enriqueció nuestra vida social, política y cultural.

A 50 años, a un grito de ¡Nunca más!, valoremos la hermandad creada por la ignominia para seguir avanzando en democracia, edificando estructuras que no den paso nuevamente al autoritarismo en Latinoamérica.

AE

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